El objetivo es salvaguardar la salud y el medio ambiente
En una medida histórica para la regulación ambiental y sanitaria, el Gobierno de México ha emitido un decreto que prohíbe la importación, producción, distribución y uso de 35 plaguicidas clasificados como altamente peligrosos. Esta acción, anunciada por las Secretarías de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), Economía (SE), Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) y Salud (SSA), busca proteger la salud de las personas, los animales y el ecosistema, impulsando una agricultura más sostenible y segura.
El decreto, publicado en el Diario Oficial de la Federación (DOF), representa el avance más significativo en la materia desde 1991. Fundamentado en evidencia científica nacional e internacional, responde a los graves riesgos que estos químicos representan para la población y el entorno. “Esta prohibición marca un paso decisivo hacia la erradicación de sustancias tóxicas que han contaminado nuestros suelos, aguas y alimentos durante décadas”, se destaca en el documento oficial.
Los plaguicidas prohibidos se caracterizan por su alta toxicidad, que puede causar daños agudos y crónicos en la salud humana, como enfermedades neurológicas, cáncer, alteraciones hormonales y problemas reproductivos. Además, exhiben una persistencia ambiental elevada, resistiendo la degradación natural en suelos, agua y aire. Su capacidad de bioacumulación permite que se acumulen en tejidos de humanos, animales y plantas, propagándose a través de la cadena alimentaria y afectando a especies no objetivo, como polinizadores y fauna silvestre.
Sustancias emblemáticas como el DDT y el lindano han sido vinculadas directamente a la contaminación de ecosistemas y a la presencia de residuos tóxicos en alimentos, poniendo en riesgo a productores agrícolas y consumidores. La medida también alinea a México con estándares internacionales, ya que estos químicos están prohibidos en países con los que se mantiene comercio agrícola y regulados por acuerdos como el Convenio de Estocolmo.
La prohibición entra en vigor de manera inmediata, un día después de su publicación en el DOF. La Administración Pública Federal revocará cualquier autorización relacionada con estas sustancias. A continuación, la lista de los 35 plaguicidas afectados:
1. 2,4 DB
2. Alaclor
3. Aldicarb
4. Azafenidina
5. Azinfos metílico
6. Azocyclotin
7. Bioresmetrina
8. Bromuconazol
9. Captafol
10. Carbofurano
11. Carbosulfan
12. Clordano
13. Clorpirifos-metil
14. DDT
15. Diclofop metil
16. Dinocap
17. Dinoseb
18. Disulfoton
19. Edifenfos
20. Endosulfan
21. Fenamirol
22. Fenitrotion
23. Fention
24. Fentoato
25. Flusilazol
26. Fosfamidon
27. Hexaclorociclohexano
28. Hexaflumuron
29. Lindano
30. Metidation
31. Óxido de fenbutatin
32. Paratión etil
33. Quinalfos
34. Resmetrina
35. Triclorfon
Esta iniciativa no solo reduce la exposición a tóxicos para trabajadores del campo y consumidores, sino que también fortalece la protección de ecosistemas vulnerables. Al fomentar la transición hacia alternativas agroecológicas y bioplaguicidas, el gobierno busca impulsar un sector agrícola más resiliente y alineado con estándares globales, facilitando el comercio de alimentos seguros.
Expertos en medio ambiente celebran la medida como un avance hacia la sostenibilidad, aunque advierten que su éxito dependerá de la implementación efectiva de apoyos para los productores afectados.
Este decreto es solo el inicio de un proceso más amplio. El gobierno planea identificar y prohibir otros plaguicidas peligrosos en etapas subsiguientes, mientras promueve programas de capacitación y apoyo técnico para que los agricultores adopten prácticas más seguras. Estas acciones se enmarcan en los objetivos de la Cuarta Transformación, priorizando la salud pública y la preservación ambiental.
Para obtener más información, se recomienda consultar el DOF o los portales oficiales de las secretarías involucradas: SADER, SE, SEMARNAT y SSA. Esta prohibición refuerza el compromiso de México con un desarrollo agrícola responsable, protegiendo generaciones presentes y futuras de los riesgos invisibles de la toxicidad química.