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Opinión Frontal

Dignificación de la menstruación

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El ciclo menstrual es un hecho fisiológico que desde niñas a las mujeres se nos enseña que debe mantenerse lo más discreto posible en nuestros hogares, escuelas, aér laborales etc. Se trata, en el fondo, de un proceso natural en el que se ha discriminado a la mujer históricamente, ya que, contrariamente, no sólo no se provee de una educación de conciencia y dignificación de la menstruación, sino que además acompaña a otras formas de discriminación y de falta de condiciones de seguridad y de aceptación en la mayoría de los espacios en los que convivimos cotidianamente.

No es un tema menor el de la dignificación de la menstruación, ya que involucra aspectos de salud, igualdad de género y derechos humanos equitativos, pero también de las condiciones socioeconómicas, de las privaciones y la pobreza extrema, fenómenos y condiciones que agravan de forma importante las condiciones de la mujer; de forma sencilla, se puede decir que la ausencia de dignidad de la higiene menstrual no sólo genera impactos en la salud sino también estigmas sociales persistentes al verse como sucia o vergonzosa. Es una cuestión que tiene efectos en diversos aspectos, incluso en las cuestiones morales.  

Uno de los estigmas más comunes que arroja el tratamiento tradicional de la menstruación es que promueve, de forma inconsciente, la idea de que las mujeres tenemos menos capacidades físicas y que ‘’somos más sensibles´´, lo cual lleva a pensar socialmente que no tener fuerza implica a la vez incapacidad para tomar decisiones, como se creen en muchos espacios sociales, especialmente familiares.  

Los productos de higiene menstrual deben ser accesibles y eficaces, para auxilien en la dignificación de uno de los procesos naturales de la mujer, es por ello que, desde el poder legislativo, como se hizo en Oaxaca y Michoacán, al reformar las leyes estatales de salud, se debe garantizar como un derecho y promover la adquisición y dotación gratuita de toallas sanitarias a mujeres en etapa menstrual, así como incluir medicamentos para malestares premenstruales y durante los días de menstruación. Debemos exigir a nuestros legisladores, a través del activismo social y femenino, que estas reformas son fundamentales para avanzar en la agenda de equidad de las mujeres, y que deben ser vistas como prioridad en una agenda de género para eliminar factores de vulnerabilidad, así como crear políticas públicas que puedan dar el acceso a todas las mujeres en todos los comunidades, colonias, barrios, pueblos y municipios de todo el estado de San Luis Potosí.

La pobreza menstrual es más persiste y cotidiana de lo que creemos, el 51.5 de la población en San Luis Potosí somos mujeres, además, y lo más grave, es que 4 de cada 10 mujeres vive en pobreza en México, lo cual significa, que el acceso a una digna higiene menstrual en nuestro país es lógicamente muy bajo.  La menstruación no es sucia ni es un tema de vergüenza, es un ciclo natural de la mujer que requiere una dignificación y conciencia en todos los espacios posibles.

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