Por: Ricardo Sánchez García

Los días internacionales son conmemoraciones que surgen precisamente para no olvidar aquellos temas que debemos recordar enlistando las razones de su importancia.

Por lo anterior, hoy quiero hablar sobre la corrupción, pues cada 9 de diciembre quedó agendado por la Organización de las Naciones Unidas, por todas las consecuencias negativa que conlleva esta acción, que afecta sobre todo a la población.

Comencemos por decir que el término puede tener un uso equívoco, pues igual se usa en los códigos penales al sancionar a quien induzca, procure, facilite u obligue a un menor de edad a participar en acciones de índole sexual. También se aplica para ascendentes, descendentes o la propia pareja, así como cuando las acciones que por su naturaleza, corrompen a una persona, se realizan con personas con discapacidad.

El otro sentido del término y es al que me referiré, se vincula íntimamente con la función pública, pues la ONU pretende erradicar aquellos actos donde a través del abuso del poder, un servidor público obtiene un beneficio personal, sea económico, social o político.

No deja de preocuparme lo que ya sabemos desde hace años. Que somos un país estigmatizado porque durante décadas, desde otros países nos relacionaban con este mal actuar.

El tema también ha sido usado en las campañas, como un compromiso de que todo cambiará.
En redes sociales, he visto que señalan a las personas que aceptan encargarse de una dirección o función pública para la que no están preparadas, como el primer acto de corrupción personal.
Por datos del Instituto Nacional de Estadísticas, Geografía e Información sabemos que esta pandemia no termina de forma sencilla, pues en 2021, más del 57% de la población mexicana consideró que la corrupción era uno de los problemas más importantes en su entidad federativa. El otro problema que nos preocupa es la inseguridad y la delincuencia.
El INEGI afirma que en 2021 la prevalencia de corrupción fue de 14.7 % de la población de 18 años.

La corrupción nos acarrea muchos problemas, pero desgraciadamente no los vemos a primera vista, porque algunos se reflejan en hechos muy posteriores, pero no por eso dejan de ser realmente preocupantes, porque las omisiones de autoridades, sus malas decisiones o querer obtener un beneficio inmediato ha llevado a tragedias donde las víctimas son los ciudadanos, quienes incluso pierden la vida o su patrimonio o en muchos casos no acceden a la justicia.

El favoritismo, la malversación, el abuso en privilegios, soborno, extorsión, protección, la ineptitud, el nepotismo, la falsificación, el chantaje, la obstrucción de la justicia, la impunidad, el sobreprecio, la filtración de información confidencial y un largo etcétera son algunas de las conductas más comunes en nuestras instituciones públicas y es también la queja de una sociedad que en muchos acasos es abusada por quienes le representan.

El combate a la corrupción comienza con no participar en nos justificar, no participar, denunciar y por su puesto, evidenciar a quienes mal nos gobiernen.