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Enfrenta el noroeste argentino la guerra del litio

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#Internacional | Esta región del noroeste de Argentina es una de las más áridas de la Tierra

Argentina.- Una intensa polémica enfrenta hoy a comunidades ancestrales argentinas y las pujantes mineras canadienses y de otros países en esta región del noroeste de Argentina, rica en litio, pero también una de las más áridas de la Tierra.

Un reporte difundido hoy por el servicio público de radio y televisión británico BBC narró detalles sobre el conflicto entre una compañía minera canadiense involucrada en actividades de exploración, que abandonó la zona, y manifestantes que bloquearon la carretera principal que atraviesa las salinas.

“Litio para hoy, hambre para mañana”, dicen las señales de los activistas, refirió la fuente.

“Para nosotros, Salinas Grandes es como una madre sagrada”, dice Verónica Chávez, quien es la presidenta de su pueblo, Santuario Tres Pozos, una de las 33 comunidades indígenas en esta área, la mayoría de ellas en la provincia de Jujuy.

“Tenemos que respetarla porque me cuida a mí, a mi familia y a mis hijos. Y cuidó de mis ancestros. Así que sentimos un profundo respeto hacia este entorno, no hay lugar para la explotación del litio”.

Así que, más allá de los vínculos culturales y espirituales que los pueblos indígenas tienen con las salinas, hay una gran ansiedad sobre la demanda de agua dulce.

“Sabemos que las empresas de litio usan millones y millones de litros de agua dulce”, dice Chávez, “Así que, ¿qué pasará con nuestros animales, con nuestras vidas, con las vidas de nuestros nietos en el futuro?”

La extracción minera de litio en Argentina requiere perforar profundamente en el salar para llegar hasta la salmuera (agua saturada de sal) que contiene el mineral que alimenta celulares, computadoras y autos eléctricos.

El agua salada se bombea a unas enormes piscinas en la superficie y se deja evaporar durante meses, resultando en una solución rica en litio.

El agua dulce se usa entonces para producir y extraer carbonato de litio, el polvo blanco que se exporta al extranjero, a las fábricas de baterías, a partir de esta solución.

Para impulsar un auto Tesla Model S eléctrico se necesitan 45 kg de carbonato de litio.

Y para producir una tonelada de carbonato de litio -dependiendo de la instalación- se evapora aproximadamente medio millón de litros de salmuera y se usan 30.000 litros de agua dulce.

En contraste con el enfrentamiento entre las comunidades y la industria minera en Salinas Grandes, a dos horas en carro en dirección oeste, hacia la frontera con Chile, queda el salar de Olaroz Cauchari, en donde ya se produce litio.

Sales de Jujuy, un proyecto empresarial conjunto entre la firma australiana Orocobre, la japonesa Toyota y la compañía minera del gobierno provincial de Jujuy- es una de las dos minas en operación en Argentina.

El año pasado, la planta produjo unas 14.000 toneladas de carbonato de litio. Solamente en términos de agua dulce, la fábrica podría haber utilizado el equivalente a más de 150 piscinas olímpicas.

Algunos residentes de la zona han notado un cambio en su suministro de agua desde que llegaron los mineros.

“Hay mucha menos agua en los pozos y en los canales de riego. Estamos preocupados”, dice Tomasa Soriano quien cría cabras y cuida a 97 llamas.

Soriano vive en Huáncar, un pequeño pueblo de calles de tierra y en su mayoría edificios de adobe en los alrededores de la inmensa blancura de Olaroz Cauchari.

El litio ha aportado una gran mejora económica a estas comunidades, que viven una de las regiones más ignoradas de Argentina.

El marido de Soriano trabaja para una compañía de exploración minera. Pero cuando no está trabajando en la escuela local, cuidando de sus cinco hijos o atendiendo a sus animales, ella también tiene que aprender sobre el agua.

“Puede que tengamos menos agua por el cambio climático”, dice ella. “Pero también sospechamos que la industria del litio, los mineros, usan mucha cantidad de agua dulce”.

Los activistas ambientales argentinos respaldan la sospecha de Soriano.

La teoría es que cuando la salmuera se bombea desde debajo del salar, el agua dulce de los laterales de la cuenca gravitará para llenar el espacio dejado por la salmuera extraída, por lo que quedará menos agua para cultivos, animales y personas.

“Incluso aunque la información que tenemos es incompleta, creemos que los datos muestran un daño que ya se está haciendo. Lo que no sabemos es la extensión de ese daño”, dice Pia Marchegiani, directora de Política Ambiental en la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN).

El informe de FARN se basa en datos públicos de compañías mineras que trabajan en Jujuy. La ONG ha pedido que se detenga toda la nueva producción de litio.

Pero el secretario de Minería del gobierno provincial de Jujuy está molesto por esta cuestión.

“El estudio de FARN es pura cháchara”, dice Miguel Soler.

“No hemos visto ningún impacto en los recursos hídricos o en la vida silvestre hasta ahora. De hecho, hubo un aumento de vicuñas y flamencos en la zona”, asegura.

Tenemos más de 10 años de datos de monitoreo y muestreo sobre la calidad del agua. Tenemos muchos pozos de perforación que controlan la profundidad del agua. El trabajo lo realizan las compañías y el gobierno lo revisa”.

Su respuesta subraya la falta de investigaciones independientes sobre los recursos de agua dulce.

“Ese es uno de los mayores problemas”, dice Victoria Flexer, profesora de electroquímica en la Universidad de Jujuy y directora de un grupo de trabajo interdisciplinar sobre el litio.

“En Argentina, las provincias que tienen litio están entre las más pobres del país”, dice Flexer.

“Así que, por un lado, estos gobiernos provinciales no tienen recursos humanos cualificados para llevar a cabo un monitoreo cuidadoso. Y por otro las economías de estas provincias se están convirtiendo en fuertemente dependientes de la presencia de compañías de litio, pues crean trabajo”.

Respecto al problema del agua, se muestra escéptica sobre el reporte de FARN, la ONG medioambiental.

“No he visto cifras sólidas”, dice ella. “Atribuir la desecación de un pequeño curso de agua dulce a la industria minera es algo que no se puede probar ni refutar en solo un año, porque en los lagos y ríos del desierto a veces se secan de forma natural”.

Necesitamos mediciones durante al menos cinco años para estar absolutamente seguros de ello. La variabilidad se debe a la extracción de litio y no solo a la variación de las lluvias”.

Aún así, el agua -y su ahorro- son una prioridad para su equipo. Ella está trabajando en un método para recuperar el litio usando electroquímica.

“Creemos que podríamos producir agua dulce paralelamente al carbonato de litio. Podría ser como un producto lateral, y podríamos enviar esa agua a las comunidades”.

La desventaja de la técnica es que usa electricidad, haciéndola mucho más costosa que el actual método para extraer litio, el cual depende del sol para evaporar la salmuera, rica en minerales.

Y en un momento en que el precio de este mineral ha caído en los mercados internacionales, la industria no ha arrancado hasta ahora.

Pero en la cuenca de Salinas Grandes y en la Laguna de Guayatayoc, donde se detuvo la exploración de litio desde las protestas de febrero, Verónica Sánchez no se deja impresionar.

“No vamos a permitir más minería aquí”, dice con firmeza.

Y a diferencia de la región de Olaroz Cauchari, donde los lugareños no tuvieron muchas opciones para impulsar sus perspectivas económicas antes de la llegada de las compañías de litio, las comunidades de Salinas Grandes y la Laguna de Guayatayoc tienen una relación comercial sólida con el salar.

En cualquier caso, nueve meses después, el callejón sin salida continúa. Por eso ninguna de las compañías de litio con concesiones en Salinas Grandes y la Laguna Guayatayoc puede trabajar ahí.

“El gobierno de Jujuy está totalmente abierto a hablar”, dice Soler. “Respetamos a la comunidad, pero al mismo tiempo debemos respetar la ley”.

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